Muchas veces tomamos la decisión de cambiar de distancia sin haber hecho un análisis previo, la motivación de los amigos, ser el único que corre la distancia más chica o diferentes factores hacen que me aventure a desafíos que aún no estoy preparado.

¿Cuándo hacerlo? ¿Qué debo tener en cuenta?

Lo que primero tenemos que saber es, si ya he mejorado todo lo que podía. Si en la distancia que participo siempre no me encuentro con ninguna sorpresa. Si mis entrenamientos siguen siendo regulares y mis sensaciones son de comodidad con ellos. Todos estos son síntomas que me permiten dar un paso más y vivenciar algo diferente.

Lo ideal sería siempre pasar a una distancia intermedia, si estoy corriendo 10k pasarme a 15k y luego ir por más de forma paulatina.

El problema más grande es que la mayoría de las organizaciones pasan de 10k a 21k sin punto intermedio, por lo que debemos tener muy en cuenta el tiempo de entrenamiento que necesito para pasarnos a una distancia tan grande.

A tener en cuenta:

Planificar la distancia con tiempo. Mantener la regularidad en los entrenamientos. Adaptarse sistemáticamente a fondos largos. Asegurarse de haber aumentado el volumen de entrenamientos sin sufrir lesiones.